Para esta tercera edición del Finde de Fondo de Armario #FFdA y emulando el viaje al Infierno del poeta italiano Dante en su de su Divina Comedia, hemos arriesgado nuestra seguridad personal para contar a nuestros lectores un maravilloso y sorprendente viaje por las profundidades más oscuras y aterradoras de la cerveza. Como este año el evento tiene su iniciativa audiovisual y esto del #FFdA-Live nos da vergüencilla, hemos maridado los diferentes capítulos de nuestra magna odisea con un adecuado hilo videomusical.
El fantasma de Virgilio no estaba disponible para ejercer guía para nuestro trepidante viaje ya que le pillamos de vacaciones locas en el limbo, así que sin pensarlo dos veces acudimos rápidamente a un carismático personaje, conocedor de los antros más chungos y las birras más oscuras, nada menos que el “Monje Loco” Grigori Yefímovich Rasputín. Para ambientar un inicio tan prometedor de tamaña gesta sugerimos el sórdido homenaje de Boney M a su persona, pero el tipo se ha modernizado y prefiere la versión de folk metal finlandés de Turisas, Rasputín.
La De Molen Rasputin Bruichladdich Barrel Aged es una Russian Imperial Stout con una graduación alcohólica de 11,4%, EBC 202 y 46 EBUs (European Bitterness Units, escala similar a la IBU) elaborada con maltas Pale, Chocolate y Cara Barley y lúpulos Premiant y Saaz envejecida en barriles de whisky escocés de la destilería Bruichladdich, situada en la isla de Islay, la isla del tesoro para los amantes del whisky.
De color rubí muy oscuro casi negro no tiene apenas vivacidad y hay que esforzarse para sacar una escasa espuma oscura. Nada más abrir me olía a wiskazo pero en la copa está muy equilibrado con chocolate y un poco de madera. En boca es un bombón de chocolate relleno de licor con toques de madera para chuparse los dedos. Con efervescencia nula y no excesivo cuerpo presenta una textura sedosa muy agradable con un alcohol traicionero muy bien integrado. Tan peligrosamente buena y seductora que Rasputín cuenta con unos nuevos seguidores incondicionales, eso sí majo, no me experimentes con nuevas levaduras para hacerla ácida, que por ahí no paso.
De la mano de Rasputín presenciamos el lado más oscuro, ocultista y sectario de la birra, aromas y sabores que nos acompañarán toda la vida en nuestras peores pesadillas pero necesarios para afrontar lo que nos esperaba a continuación. Con la sangre oscurecida, nuestro anfitrión nos abandonó, dejando tras de sí nuestras mentes y estómagos preparados para dar el siguiente y sacrílego paso en nuestro decadente camino a la perdición.
El siguiente paso era llamar la atención del condenado ángel caído, príncipe de las tinieblas, con un salvaje y orgiástico Aquelarre. Siguiendo el procedimiento habitual, engorilados con The Number of the Beast de Iron Maiden a todo volumen, nos desgañitamos cantando a coro con nuestras birras en la mano.
La De Molen Hel & Verdoemenis 666 es una Imperial Stout con 10% de volumen de alcohol, EBC 297 que se elabora con maltas Pale, Brown, Chocolate y Cara Barley, lúpulos Pemiant y Saaz que le dan a la cerveza un amargor de 102 EBUs y está envejecida con chips de madera que empapadas en coñac de 40 años. Una de las pocas cervezas de De Molen que puedes identificar sin necesidad de leer sus impronunciables nombres.
De color negro negrísimo tiene muy poca vivacidad que apenas crea espuma marrón claro. El complejo aroma es licoroso, más de lo que en otros lotes, con fuerte presencia de chocolate y con matices a madera y frutales. En el sabor, también complejo, predomina inicialmente el chocolate, pan tostado y la fruta madura. El riquísimo final de trago de fuerte y compensado amargor se mezcla con las maltas torrefactas y el licor para crear una experiencia única. Una birra espectacular que se mantiene y se asienta con fuerza entre nuestras favoritas.
Nuestro conjuro fue más efectivo de lo que esperábamos, miles de viles horrores indescriptibles acudieron a nuestro llamamiento dejando mermada nuestra capacidad mental por el alcohol. A empujones nos llevaron a las puertas de un flamante deportivo rojo que rugía al ritmo de AC/DC donde, en un esfuerzo sobrehumano por controlar el temblor de piernas, clavé el pie en acelerador y, dejando media rueda en el asfalto, emprendimos la Highway to Hell.
La Lost Abbey Inferno Ale es una Belgian Strong Ale con una graduación alcohólica de 9%. Se presenta en una bonita botella de 37cl con corcho en la que en la etiqueta aparece el Ángel Caído en el abrasador Infierno pasando a los pecadores por lo que se podríamos denominar como una barbacoa artesanal.
En rubia, con vivacidad media-alta que crea espuma blanca que no desaparece. El aroma es muy belga, maltoso y dulce, a levadura, azúcar, con sabores cítricos como a naranja con un ligero toque herbal. El sabor es muy intenso y se corresponde con lo que encontramos en el aroma, dulce y afrutado, cítrico con un pelín de efervescencia y un delicioso final de trago ligeramente amargor que lo redondea. El alcohol está bien integrado pero se hace presente aportando una calidez al final. Una birra tentadora como el infierno que entra tan bien que se nos ha quedado corta.
Nunca olvidaré lo que presenciaron mis ojos al llegar a los dominios de Lucifer, Lucero del Alba, imágenes que han quedado grabadas a fuego en mis retinas por las que he tenido que recurrir a terapia y a todo mi auto control para poder narrároslas.
Se trataba nada menos que de una limpia urbanización residencial con casas adosadas idénticas, cristalinas piscinas, florecientes jardines verdes con el césped recién cortado y deslumbrantes vallas blancas, a tan sólo 27 minutos de un gran centro comercial y de ocio, estaba claro que habíamos subestimado la pecaminosa tentación de este pernicioso Infierno.
Todavía en shock alcohólico se nos apareció nuestro diabólico anfitrión quien nos enseñó un piso piloto y puso en nuestras manos un contrato de hipoteca por el que vendíamos nuestra alma a Nova Caixa de Alburquerque a cambio de una sacrílega parcela con orientación Este. En ese mismo momento tronaron las trompetas divinas, tocando Carmina Burana de Carl Orff, anunciando el apocalíptico día del Juicio Final. Todo sucedió muy rápido, el Arcángel Miguel apareció a la cabeza de las huestes celestiales dando comienzo una caótica y sangrienta batalla en la que perdimos el conocimiento.
La Lost Abbey Judgment Day es una Quadrupel con 10,5% de volumen de alcohol elaborada con malta de dos carreras, trigo, Médium y Dark English Cristal, Special B y Chocolate, lúpulos Challenger y East Kent Holding, dextrosa y pasas. En la etiqueta aparece una escena del Juicio Final con los cuatro jinetes del Apocalipsis.
Tiene color marrón oscuro con vivacidad mínima y una pequeña capa de espuma color beige. En nariz es poco intensa, aviso que tengo alergia, predomina la malta y la levadura con aromas dulces a pasas, frutas maduras y azúcar con un alcohol bastante presente. En boca con cuerpo medio es muy compleja, dulce, a fruta madura, cerezas, ciruelas, pasas, azúcar candi y pan tostado. El final del trago comparte todos estos matices con el alcohol, dejando un retrogusto licoroso que aporta un calorcillo final muy agradable. Todo un cervezón que representa perfectamente a este complicado estilo belga.
Lo siguiente que recordamos es despertar en la cana, aliviados pero con fuerte dolor de cabeza y una resaca horrible. Con la memoria afectada, nos tambaleamos hacia el sofá del salón donde descubrimos que en la mesa del comedor teníamos una hipoteca sin firmar, una citación judicial para compadecer ante Dios al Juicio Final en 2026 (la justicia divina también es lenta) y una abultada factura de Padre, Hijo & Paloma Servicios Divinos por una supuesta atención médica en la batalla.
Como conclusión a esta épica y demente noche, sobre la que los juglares cantarán durante generaciones, sólo podemos sacar una lógica conclusión, tenemos que corrernos otra juerga igual… Tenacious D, Tribute.