Este año con la intención de innovar hemos apuñalado el espíritu navideño de la pasada convocatoria de Mis Cervecitas Navideñas #MCN para celebrar la noche del 21 de diciembre con La Noche Más Oscura #LNMO. La idea era acompañar la noche más larga del año con cervezas oscuras, lo que no podíamos imaginarnos es que volveríamos a quedar atrapados en otra horrible y dickensiana pesadilla.
Todo comenzó la noche del solsticio de invierno que con fiebre y la garganta destrozada decidí hacer trampas en la convocatoria y meterme en la cama dejando las cervezas negras para el domingo. Fue de esas noches en las que el cerebro no deja de dar vueltas impidiendo que me entrara el sueño cuando, en una de las muchas vueltas a la almohada, noté una extraña presencia en la habitación.

Adapté poco a poco la visión a la oscuridad y mi corazón dio un vuelco al ver que, detrás del fuego de un cigarrillo, se movía una inmensa silueta parecida a la de un oso. Entre la somnolencia y la parálisis provocada por el miedo, las únicas palabras que conseguí articular fueron: “¡Oye tío, en mi casa no se fuma!”. A estas estúpidas palabras, mi allanador de morada gigante contestó con una carcajada que me hizo perder la consciencia y casi me revienta el tímpano.
Cuando se me pasó el pitido de oídos y abrí los ojos, me encontré tumbado en el suelo de lo que parecía una vieja y sucia taberna de madera. En un vano intento de aparentar algo de dignidad me levanté rápidamente mientras me quitaba el polvo del pijama mientras desde un taburete en la barra me miraba con soberbia un vikingo de larga y canosa barba en cuyo enorme hombro reposaban dos cuervos bastante chungos. Antes de volver lucirme preguntando si en el local admitían animales mi desconocido compañero me dijo que me callara y me acercara, con bastante recelo me senté en la barra a su lado.
“Te estarás preguntando quién soy” me dijo. “La verdad es que lo que me preguntaba es si esos dos cuervos malrolleros se habrán tomado ya su ración de ojos diaria”. Después de mirar con resignación al techo y gruñir algo así como “no me pagan lo suficiente” me alargo una Haandbryggeriet Odin’s Tipple mientras decía “Anda, mejor bebe algo y luego hablamos”.

La noruega Haandbryggeriet Odin’s Tipple es una Imperial Stout con una graduación alcohólica de 11% elaborada con una sola cepa de levadura salvaje, concretamente esta hace un año que está embotellada. Se trata de un chapapote negrísimo con vivacidad media-baja que crea una bonita espuma marrón oscuro de persistencia media. El maltoso aroma está predominado por el chocolate negro, con matices tostados y a pan apareciendo ligeramente el alcohol. En boca con cuerpo lleno y una sedosa textura tenemos inicialmente los mismos matices tostados, a chocolate, pan junto con un toque frutal que recuerda a ciruelas maduras, acabando con un equilibrado y licoroso amargor que redondea el trago dejando un gusto similar a la juanola muy largo.
Con buen sabor de boca ya me encontraba en mejor disposición de escuchar lo que mi querido compañero de barra. Se presentó como Odín el dios nórdico de la sabiduría, la guerra, la muerte y otras tantas cosas que no recuerdo y se había aparecido ante mí en representación del fantasma de las cervezas navideñas pasadas que esta muy ocupado en estas fechas.
Aún estaba decidiendo si me sentía honrado por la presencia de un dios o fastidiado porque me habían enviado a un suplente, cuando el colega sacó un ipad, e ignorando mis sugerencias de ver el vídeo de El amigo cachondo o el corto de Coolness, puso un vídeo sobre mi pasado cervecero. Al observarme me di cuenta de lo que había cambiado en estos años, me vi echándome unas risas de cañas por Madrid, trasegando litros de Mahou en conciertos, disfrutando de las típicas cervezas belgas una y otra vez y por último feliz e ilusionado tomando unas cervecitas navideñas con los amigos.
Me debí quedar dormido porque lo siguiente que recuerdo es que uno de esos asquerosos cuervos me pegó un picotazo en la sesera. Mientras intentaba arrearle un manotazo, Odín me detuvo, me alargó una Haandbryggeriet Odin’s Tipple Eikefat Lagret (Barrel Aged) y me dijo “Bienvenido a tu segunda visión de navidad, ahora soy el fantasma de las cervezas navideñas presentes”.

Haandbryggeriet Odin’s Tipple Eikefat Lagret (Barrel Aged) es la misma Imperial Stout 11% de alcohol envejecida 7 meses en barrica de roble y esta en concreto ha madurado otros 10 meses en botella. Con una negrura similar, tiene menor vivacidad y la espuma del mismo color marrón tiene una retención baja. Aquí acabaron las similitudes porque el aroma, aunque conserva esa base de chocolate y tostado, está fuertemente influida por toques ácidos avinados. En boca, con un cuerpo más ligero que el anterior, conserva un mínimo dulzor antes que los sabores agrios y ácidos como a vino y guindas verdes tomen protagonismo dejando un final de trago ácido y largo donde el alcohol aparece con fuerza.
Con el carácter agriado por el brusco despertar y sin pensar mucho lo que decía y a quién se lo estaba diciendo empecé a largar, “¡Mantén atados a esos bichos! ¿Qué clase de visiones de bajo presupuesto son estas? ¿Ni siquiera cambiamos de decorado? ¿Esto tiene moraleja o sólo quieres fardar de tus birras? ¡Fijo que te llevas comisión!”. Como respuesta, la intensa mirada que me dedicó trasformó instantáneamente el mal humor en paralizante horror.
En un tenso silencio en el que veía peligrar mi cabeza, desenfundó su tableta y me puso otro vídeo, este trataba sobre mi vida cervecera presente. Con el blog en un avanzado estado de abandono, me vi con una cerveza en una mano y apuntando notas de cata con la otra, mirando la fecha de embotellado para saber la frescura de la cerveza, sacando defectos de fabricación y quejándome de la calidad del sector artesano nacional. Al principio no quise aceptarlo y negué el haberme comportado como ese esnob que salía en la pantalla pero estaba claro que me engañaba. Como Odin me vio un poco alterado, me dio una palmadita en la espalda y desapareció, el cabronazo se había marchado sin pagar….
Desperté en mi cama, como me dolía todo el cuerpo me levanté y me acerqué a la nevera, para celebrar La Noche más Oscura con toque navideño saqué una Port Brewing Santas Little Helper Barrel Aged y me senté tranquilamente en el sofá.

La Port Brewing Santas Little Helper Barrel Aged es una Imperial Stout navideña de 12% envejecida en barrica de bourbon, elaborada con azúcar moreno, azúcar Candi Dark Belgian. Tiene color negro con vivacidad media que crea espuma color café de corta duración. En el aroma destaca el bourbon con matices terrosos y a madera. En boca, compleja y con cuerpo medio, inicialmente aparecen matices a tofe, chocolate, café, azúcar moreno y fruta madura antes de tomar protagonismo la madera y el bourbon que junto con el alcohol predominan hasta el final del trago con un ligero amargor.
Mientras meditaba sobre la moda del envejecimiento en barrica y como en muchos casos se acaba perdiendo la esencia de la cerveza, sonó la cisterna del baño. Todavía lo estaba flipando cuando de él salió, vestido con una cortina negra, un alto y delgado espectro encapuchado. Me miraba con el fuego fatuo que ocupaba las cuencas de sus inexpresivos ojos y me apuntaba con su afilada guadaña justo antes de que la habitación se volviese borrosa y empezase a dar vueltas a mi alrededor.
Cuando conseguí volver a enfocar me vi en una abovedada y señorial habitación en cuyo centro se encontraba un abatido anciano sentado en un sillón, bebiendo con desgana una exclusiva y añejada cerveza. Al principio tenía dudas pero ese solitario y triste bebedor era una visión futura de mi mismo, se ve que mi sombrío y silencioso huésped era el fantasma de las cervezas navideñas futuras.

Desperté cuando el sol empezó colarse entre los agujeros de la persiana y rápidamente me puse a escribir esta adaptación/homenaje/plagio antes de que los detalles del sueño se desvaneciesen de mi memoria. Puede que sea demasiado largo sueño y ya se me ha olvidado así que sólo me ha dado tiempo a sacar una conclusión, el año que viene habrá que volver a convocar Mis Cervecitas Navideñas #MCN.