No podíamos dejar pasar la ocasión sin hacer algo especial para celebrar San Lúpulo así que aquí os relatamos nuestra humilde experiencia con temática 100% cervecera.
Allá por abril, coincidiendo con la fiesta de Sant Jordi, a los compañeros de Cervecearte se les ocurrió que deberíamos adaptar la fiesta con temática cervecera. Después de barajar varias fechas y santos varios resulta que existe un San Lúpulo de Capua, así que el 14 de octubre quedó fijado para la actividad. Para completar y celebrar como dios manda a San Lúpulo decidimos aprovechar la ocasión para elaborar cerveza casera y hacer una comida basada en este nuestro amado líquido.
Empezamos la crónica el sábado por la mañana terminando las compras pendientes para la celebración del día siguiente y, como toda la cerveza que tenemos es para los dos, tuvimos que hacer una visita fugaz y productiva a Cervezorama a regalarnos las cervezas para el día siguiente.
De vuelta en casa, después del fregoteo de toda la cacharrería, empezamos a celebrar con una Port Brewing Wipe Out IPA, que viene al caso ya que es el regalo de Cervezorama después de cumplimentar el cupón. Es una impresionante IPA de 78 IBUS con un intensísimo aroma a resina, hierba y cítrico que también podemos encontrar en el sabor, equilibrado con un ligero dulzor y un riquerrimo amargor redondo y largo.
Después de este cervezón no me apetecía otra IPA así que decidí pasarme a los petróleos empezando por una Mammooth Hecate, que resultó no estar en buen estado, así que para desquitarme decidí abrir mi autoregalo de San Lúpulo, la Nomada Royal Porter a la Taza. Aún me acuerdo de esta Imperial Porter y me relamo al recordar su aroma e intenso sabor a chocolate negro y amargo con un toque calor por el alcohol, un bombón líquido de tercio de litro que me tomaría todos los días de frío para sustituir al Colacao.
El domingo comenzamos el festival cervecero animados con la entrada de Buckcherry y The Answer mientras esterilizábamos toda la cacharrería y preparábamos la malta para la maceración. Imbuidos en el espíritu lento, controlado y con explosivo final de la versión de Proud Mary de Tina Turner, comenzamos la maceración. Para acompañar la espera abrimos mi regalo para Débora, la Guinea Pigs McCui. Le encantan todas las cobayas y siempre nos traen buenos recuerdos de los días que pasamos en el Birragoza, feria en la que curiosamente me quedé sin probarla ya que los maños arrasaron con todo.
Era hora de comer así que preparamos el festín para la ocasión a base de aperitivos varios con la temática adecuada, perritos a la cerveza, mermelada de Yria, queso, codornices escabechadas de cerveza, mousse de pato con salsa de arándanos y cerveza, embutido y de postre tartaletas de melocotones a la cerveza, que no se diga.
Todo iba bien hasta que nos encontramos con el primer error de novato, atascazo en el grifo del macerador. Agobiados, después del muchas vueltas, ideas buenas y malas, pero todas fallidas, me llevaban los demonios así que decidí darles lo que querían, la Marina Devil’s IPA. Sus poco equilibrados y extremadamente amargos 150 IBUs nos tranquilizaros a todos y decidimos solucionar el recirculado y el lavado del grano por le camino del medio, una ñapa. Hemos de dar la gracias a Nacho y Ester por su inestimable ayuda.
Ya con más calma invocamos el espíritu de Janis Joplin y su Cry Baby para que vigilase la cocción bien cargada de lúpulo. Para este momento, con el lúpulo soltando su amargor, tenía reservado mi regalo de San Lúpulo, la mejor IPA que he probado, la AleSmith IPA. Intenso aroma y equilibrado sabor a pino, resina, cítrico, frutal con un toque de gas que, fundiéndose con el rico y equilibrado amargor final y junto con los gritos de Janis y los aromas flotantes del lúpulo provocaban oleadas de placer llevándonos a los hippies años 60.
Después de bajar de las nubes con el segundo atasco en el grifo de la olla, filtramos y pusimos a fermentar el denso, oscuro y lupulado mosto, como banda sonora a este largo proceso había pensado en algun temazo de 20 minitos de Rush pero ya tocaba desconectar y poner la tele. Cansados y después de un trabajo más o menos bien hecho, decidimos darnos el homenaje desde el sofá mientras veíamos el salto de Felix Baumgartner y escuchabamos Jump de Van Halen. Observándo esta locura y del mismo color que los agujeros negros abrimos la Hoppin’ Frog D.O.R.I.S the Destroyer, una pedazo de Double Oatmeal Russian Imperial Stout con aromas y sabor torrefacto, tostado, chocolate, café y licor con un amargor final que le pone la guinda.
Con una sonrisa en la boca dábamos el duro día por finalizado, esperando haber honrado como se merece a ese desconocido santo muerto en Capua, Italia ¿qué opináis?