En una ciudad donde las ferias están gafadas, un pequeño reducto de Chamberí resiste a todos los contratiempos con sus ferias que hacen que Madrid no pierda el rumbo en la carrera cervecera nacional, hoy habamos de la 3ª Feria de la Cerveza Artesana en Madrid de la Cervecería L’Europe que se celebraba los días 24 y 25 de noviembre.
Aunque esta crónica llega un poquito tarde y la memoria empieza a flojear no podíamos dejar pasar la ocasión de comentar un poco el evento al que asistimos el domingo 24. Llegamos a eso de las 14:00h con Javi de Entre catas de cerveza y León, el culpable de que a día de hoy tengamos este blog y el ambiente ya estaba animado.
Como siempre comentamos, para nosotros lo mejor de estos eventos no es tanto la cerveza como el conocer a reencontrarnos con tanta buena gente aficionada a la cerveza artesana. Ya en la puerta nos encontramos con Gonzalo de Humulus Lupulus y dentro, además de varios habituales de la cervecería, coincidimos con Fran de Oh Cerveza, José Benedicto de Rubias, morenas, negras,… hablo de cerveza, Isidro y Vika de Zumo de Cebada, los chicos de La Quince Brewery, Rodrigo del Jardín del Lúpulo la tropa del Labirratorium y Javier de La Tienda de la Cerveza.
En cuanto a la cerveza, probamos casi todo quitando las Mammooth que debido a un problema logístico no tenían grifo y las Dawat, que como estaban al principio se me pasaron, y entre todas las de la feria sigue destacando la impresionante Medina 888 y como novedad la rica y redonda Winter Ale colaboración entre Spigha y Yakka. De las internacionales, el otro de los birrote que tomé en la feria fue la St. Peter’s Old-Style Porter que tenía pinchada en el puesto de The Food Hall.
Siguiendo a estos cervezones y no estando del todo de acuerdo entre nosotros con el listado estarían la Torquemada Sarmiento, con un alcohol bastante traicionero, la nueva versión de la Medina Vendimia y las Tyris CCCP y Xmas. Como curiosidad probamos en el puesto de Socarrada, la cerveza Er Boquerón, elaborada con agua de mar que, lejos de ser salada, era una cerveza ligera que recordaba a mar, puede que por el sabor que aportan los minerales.
Durante la feria comimos las minihamburguesas y los bocaditos bávaros pero me quedé con las ganas del perrito porque cuando lo pedí para cenar ya no quedaban.
La organización, como en otras ocasiones, fue impecable, había algo menos de gente que en otras ediciones así que se estaba muy a gusto en todo momento. Poco a poco y con mucho trabajo esta pequeña feria se ha asentando como el evento de referencia de la capital madrileña.